Historia Parque Berrío












En aquellos tiempos


En el libro carnero de Medellín de José Antonio Benítez, el cojo, se hace la siguiente anotación: “la primera iglesia mayor parroquial de Nuestra Señora de La Candelaria que se erigió en este lugar siendo todavía Sitio de Aná, la hicieron y fomentaron los primeros vecinos que se poblaron, distinguiéndose en su esmero el Alférez Rodrigo García Hidalgo, que era alcalde ordinario de Antioquia, y el gobernador Juan Bueso Valdés; y todo fue en el año de mil seiscientos cuarenta y nueve”.



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El cabildo no se instalo hasta el 24 del mismo mes, y se compraron ocho cuadras de ancho y ocho de largo para los ejidos y los baldíos del naciente caserío. El gobernador y el cabildo ordenaron a los indígenas que tenían sus casas alrededor de la plaza principal que las vendieran a los españoles, cediéndoles a cambio algunos terrenos en el barrio de Guanteros.

http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/L/la_medellin_que_no_boto
_el_edificio_por_la_ventana/la_medellin_que_no_boto_el_edificio_por_la_ventana.asp


http://lascancionesdelabuelo.blogspot.com/2012/01/tartarin-moreira-aquellas-canciones.html


El 2 noviembre de 1675, se marco la plaza principal que se llamo plaza Mayor. Después de 1850 cambio su nombre por el de plaza de Zea, y el 29 de junio de 1895, al inaugurarse la estatua de Pedro Justo Berrio, recibió el nombre de parque Berrio.




Doña Isabel de Heredia regalo los terrenos para la plaza y las principales calles y para la construcción de la iglesia principal, ahora iglesia de La Candelaria.

Por disposición del cabildo se contrato al alarife Agustín Patiño para que hiciera la demarcación de las nueve vías y la rectificación de las antiguas; así, la villa creció según los parámetros determinados en el acta de fundación, y los pocos desarrollos posteriores surgieron en torno a las iglesias y conventos que se construían, ya fuera en el exterior del perímetro urbano o en el interior del mismo.

Se destaco aun más el inicio de la larga historia del hoy parque Berrio  cuando el 2 de noviembre de 1675 don Miguel de Aguinaga declaro fundada a Medellín en el antigua sitio de Aná. El 26 de febrero siguiente se dio la orden de empedrar la plaza, y en 1676, el cabildo de la villa ordenó colocar el mico en la plaza mayor, elemento este utilizado para sujetar, humillar y torturar a los presos. Complementó lo anterior el gobernador de Antioquia, quien dio licencias para abrir tiendas en Medellín, hecho este que determinó a lo largo del tiempo la vocación comercial natural de este sitio y que impulso el desarrollo general.


La villa crecía lentamente como cualquier otro pueblo de Antioquia; el mercado tradicional se implanto en su plaza con sus toldos y ventas de utensilios y comidas; anotan las crónicas que en ese entonces, como cosa curiosa, figuraban diez mujeres como venteras.

Se inicio el nuevo siglo, llego el año 1700 sin mayores cambios urbanísticos. El pequeño poblado siguió creciendo con mucha parsimonia.

Las casas pajizas, especialmente las que existían en la plaza Mayor, comenzaron a ser reformadas en sus techos, o levantadas de nuevo y cambiadas por edificios de dos pisos porque, según se decía, dichas casas pajizas presentaban gran peligro por su facilidad para incendiarse.

A principios de siglo la plaza era empedrada, con la iglesia a un lado y casas de un piso o dos en su perímetro; era el sitio de llegada de recuas de mulas y bueyes que venían de Nare y otros lugares; allí se descargaban o cargaban bultos para el comercio de la incipiente población.

En 1716, por disposición del cabildo, se prohibieron los encierros de animales en la plaza y se mando a sacar de allí las cabras porque se entraban a la iglesia.

Al finalizar el siglo XVIII la villa de nuestra señora de la Candelaria de Medellín continuaba siendo un poblado muy humilde, sus edificaciones y calles mas centrales se integraban con solares, huertas caseras y terrenos extensos, en donde pastaba el ganado o se cultivaban productos como el maíz y el frijol.

La villa crecía lentamente pero en forma permanente, por eso se hizo necesario establecer un mercado público. Para lograrlo, el procurador general, don Nicolás Jaramillo, solicitó el 27 de septiembre de 1784 al gobernador Silvestre el establecimiento del mercado público en la plaza. Un mes después se ordeno por bando publico; “haciendo saber a la gente que cuantos tuvieran huevos, pollos, frutas, hortalizas y comestibles, podrían los viernes hacer mercado publico en la plaza principal”.

Se procedió también a ponerles nombres a las calles, siendo las primeras entre otras, la calle Real (hoy Boyacá), camino del Monte ( hoy Bolívar), Barbacoas, que era la calle mas larga, San Francisco ( hoy Niquitao), La Amargura (hoy Ayacucho), el Prado (hoy Carabobo), La Carrera (hoy Maturín), El Sauce (hoy Pichincha), San Roque (hoy Palacé), La Consolación (hoy Carúpano), El Álamo (hoy Bombona), El Resbalón (hoy Junín), La Palencia (hoy El Palo).

Es bueno recalcar que no existían buenos y adecuados caminos. El acueducto no era mas que la pila publica de agua que estaba situada en la plaza Mayor, de allí su importancia en ese entonces; la gente cargaba el liquido en vasijas y grandes tinajas y la pila presto servicio durante 67 años. El alcantarillado era inexistente y solamente había un puente para cruzar el río Medellín.

El alumbrado público consistía en farolas alimentadas con petróleo, colocadas en las cuatro esquinas de la plaza principal, y había otras en esquinas centrales. En el resto de las calles de la villa sólo había luz cuando la luna derramaba su melancólica claridad, según decían sus gentes.

Por todo lo anterior se puede entender nuevamente la importancia de la plaza Mayor como punto focal en todos los sentidos.

Entre los años 1800 y 1900 los cambios urbanísticos se fueron dando progresivamente, para ir conformando un poblado que vaticinaba ya lo que seria posteriormente.

Cuentan los cronistas que para los 4.500 habitantes la villa era un encanto, No importaba que su desarrollo fuera prácticamente nulo como consecuencia de la precaria situación de la agricultura, la banca y la industria. La vida en comunidad era realmente apacible, las gentes tenían tiempo para tomar la media mañana, la media tarde y la cena.

Fue necesario esperar hasta finales del siglo XIX para que se consolidara el marco urbano de Medellín, ya que primero se urbanizo el costado norte, al otro lado de la quebrada Santa Elena; posteriormente se desarrollaron los terrenos de Guayaquil, sector que surgió en las dos ultimas décadas de dicho siglo.

El siglo XIX política y socialmente potencio cambios significativos que se reflejaron mas adelante en la estructura urbana.

El primer colegio de secundaria en Medellín fue instalado en 1803 en el costado noroccidental de la plaza mayor por los padres franciscanos, este colegio fue el embrión de lo que hoy es la Universidad de Antioquia.

En 1850 se da la celebración en la plaza Mayor de la liberación de los esclavos, presidida por Jorge Gutiérrez de Lara. Como en todos sus momentos la plaza se destaco como el lugar publico por excelencia en la ciudad de Medellín, en 1851 se inaugura en la plaza el primer alumbrado navideño.

La aparición del parque Bolívar como nuevo polo de desarrollo en el centro de la ciudad configuro un crecimiento muy interesante de la misma, que se venia dando desde la segunda mitad del siglo XIX hasta la primera década del siglo XX, ya que a lo largo de la carrera Junín se originaron una serie de actividades económicas, como respuesta urbanística al crecimiento que ya se tenia y que se esperaba para los años siguientes. Sin embargo, la plaza Mayor mantenía su importancia como centro tradicional.


En el siglo XX la ciudad continua creciendo, desde finales del siglo pasado se proyectaron nuevas calles que se prolongaron desde todos los costados de la plaza como tentáculos en las diferentes urbanizaciones, fueron de gran importancia y siguen siéndolo, las salidas hacia Rionegro (Ayacucho), Bermejal (Bolívar y Carabobo), el occidente (Boyacá y Colombia), el Poblado y Envigado (La Asomadera). Puede decirse que la alta clase social y económica era la que habitaba el famoso marco de la plaza.

Mientras transcurría el siglo XX, el parque Berrio continuo con sus transformaciones físicas y cambios de usos del suelo; se manifestaron con la apertura de hoteles, almacenes de diversa índole, el desplazamiento de la vivienda de los primeros a los segundos pisos, y el establecimiento de locales comerciales en las primeras plantas. Esto llevó a que posteriormente se le diera al parque una verdadera y duradera orientación financiera y comercial.







Fue tan importante este aspecto, que partir de las seis de la tarde se reunían en el atrio de la iglesia de La Candelaria y en sus alrededores algunos comerciantes para adelantar negocios y transacciones, que por la primera década del siglo XX fue lo que dio origen a la bolsa de valores. Posteriormente continúo esta actividad en la Bolsa ubicada en el edificio contiguo a la iglesia La Candelaria, en los cafés y establecimientos públicos vecinos a la misma, donde se reúnen negociantes de distintos sectores de la ciudad y del departamento.

Continuo el cambio de los usos de suelo cuando a principios de siglo abrió don Gonzalo Mejia, al sur de la iglesia de La Candelaria, la primera estación de gasolina, no tardo mucho tiempo para que la primera flota de buses comenzara a operar y se vislumbrara un rápido crecimiento urbanístico en la ciudad

A raíz de varios incendios que hubo en la segunda década del siglo XX se adelantaron campañas para construir edificios nuevos en los lotes baldíos que habían quedado reducidos a escombros, lo cual propicio la construcción de modernas edificaciones que sirvieron de albergue para importantes empresas publicas y privadas y  para sofisticar la histórica plaza, en la misma década se desarrollaría el famoso tren eléctrico que tuvo gran auge hasta la década del 50 y que tuvo como epicentro la plaza mayor.

La década del 60 trajo una nueva transformación en el parque Berrio con la construcción de la manzana sur; entre los años 1968 y 1974 se construyo el edificio del banco de la republica.



Paulatinamente en décadas posteriores el desarrollo industrial, urbanístico y social de la antigua plaza se gestaba prácticamente solo y a un ritmo acelerado, obviamente a la par con el de la ciudad; es cierto que con el paso de los años el parque Berrio ha cedido protagonismo como centro administrativo de la ciudad a otros espacios como la alpujarra, pero nadie que sea propio de este territorio podrá negar que continua siendo el corazón de esta ciudad que llamamos Medellín, como lo fue hace casi 400 años.

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